Así como nuestros ojos se enfocan en cierto aspecto de una pintura, y traen al primer plano lo que pintor ha querido mostrarnos a un nivel protagónico para que le otorguemos mayor importancia en el proceso de percepción, el oído -al escuchar música- detecta naturalmente aquella línea que sobresale por su cualidad etérea, su indiscutible identidad y la fuerza de su discurso: la melodía.
La melodía de una obra es la que acarrea en su textura la narrativa de la historia. La melodía es el foco, es el rostro de la música, es el alma del discurso y, cuando es lo suficientemente sencilla y dotada de expresión, es aquella parte de la música que deja un rastro indeleble en nuestra memoria.
Aún cuando se acepte el hecho de que el ritmo fue el primero en surgir y es el elemento de la música que se asocia con el pulso vital del hombre, la melodía tiene la virtud de asociarse con el instrumento más natural que existe: la voz humana. Para la voz humana es tan natural hablar como cantar, así como par el cuerpo es natural moverse a un flujo de movimiento rítmico controlado y medido.
Una melodía es una sucesión de notas compuesta de motivos o células cuya plasticidad permite plasmar un discurso de manera elocuente.
Estos son mis diez consejos para mejorar en la interpretación de melodías:
- Aprende de memoria la melodía para interpretarla de dentro hacia afuera, es decir, no desde la partitura hacia tus dedos, sino directamente desde tu mente. De esta manera podrás controlar mejor tu cuerpo y tus emociones al interpretar una línea melódica.
- Si la melodía tiene letra, conocerla te servirá para saber cuál es el contexto y el sentimiento que dieron origen a la composición. Esto también te servirá para asimilar la correspondencia entre las notas y las sílabas que constituyen palabras, lo cual te ayudará a frasear mejor.
- Si tocas un instrumento, es muy recomendable cantar la melodía para que al infundirle las peculiaridades de la voz -respiración, articulación, acentuación y unión de las palabras entre frases- puedas aproximarte a la versión más auténtica.
- Si tocas un instrumento armónico como guitarra o piano, recomiendo no tomar las notas como entidades independientes plasmadas en el tiempo indiscriminadamente, sino como parte de un complejo textural más grande y coherente.
- Tocar la melodía con intención y presencia de sonido, de tal manera que se haga escuchar por encima de las texturas subyacentes del ritmo y de la armonía. En la dimensión espacial del sonido, la melodía debe tener un fulgor propio que brille por encima de todo lo demás.
- Todos los conceptos armónicos, la disposición de las acordes, el desplegado de las extensiones armónicas y la orquestación de las voces, deben estar al servicio de la melodía, considerando siempre su registro, su discurso, sus giros, sus saltos y su identidad en general.
- El ritmo, al ser parte integral de una melodía, debe sustentarla y ayudarle a transitar entre los entramados del tiempo y la estructura de la canción. El sentir de un correcto flujo rítmico hará que la melodía adquiera mayor elocuencia.
- Considerar que las frases de una melodía tienen tres partes esenciales: inicio, clímax, final, resultando en una curva semejante a una ola que se forma, se levanta y rompe, provocando en el escucha un desenlace que suscita la formación de una nueva frase.
- Algo que puede ayudar a personalizar la interpretación de una melodía es imaginar que es una improvisación realizada en el momento, que es algo totalmente nuevo y por lo tanto tiene la posibilidad de sonar con esa frescura que solo la espontaneidad puede brindar. Al apropiarte de la melodía, en cierta manera podrás imprimirle tu carácter y temperamento con mayor libertad.
- Por último, ser compositor de tus propias melodías te ayudará interpretar mejor las melodías de otras piezas, porque comprenderás su manufactura desde la perspectiva de la creación.
Concluyo con un poema que le dedico al gran pianista norteamericano Keith Jarret, una de mis mayores influencias y en mi opinión, uno de los músicos que mejor interpretan la melodía dentro de una improvisación.
Los eruditos no han estudiado lo que este hombre hace.
Los músicos tampoco.
Pocos lo hemos sentido.
(Quizá eso sea suficiente)
Cantar de esa manera la melodía
por encima de todo lo que ocurre.
La estructura armónica, al servicio de ella.
El flujo rítmico, al servicio de ella.
La improvisación al servicio de ella.
El cuerpo entero al servicio de ella.
La melodía brilla con fulgor propio
como en una especie de altar cuya prominente vela
navega en el tiempo.
En sus manos la música no es tres elementos.
Es uno solo.
Alex Mercado
Visceral e intuitivo
Querido Alex: Estoy de acuerdo en cada concepto que expones en este excelente artículo. Todo lo que escribes sobre la importancia de la línea melódica tiene sentido. En un buen arreglo tanto el mismísimo ritmo como la armonía parecen estar a su servicio. Crear verdadera música, a partir de estos tres elementos, el verdadero reto del buen intérprete. Felicidades por tu poema a Keith Jarret. Saludos y mi admiración.
Maestro felicidades por su blog, esperando seguirlo puntualmente.
Muchas gracias!
Amé tu perspectiva de la melodía : «En sus manos la música no es tres elementos. Es uno solo»